Todos los dones de Montilla-Moriles. Fiesta y luz, campo y flor. Las tradiciones, el encanto del tiempo, la singularidad de los vinos. Un símbolo del viñedo cordobés, un sabor único y un nombre lleno de sentido.

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Bajo el sol del sur, las suaves colinas de Montilla y de Moriles son como las olas de un mar de viña. Las vides verdes, el cielo azul, la tierra blanca. Y los caminos, testigos de la historia. Su curso sinuoso lleva a los antiguos lagares que reciben el fruto del campo en la vendimia.